Apunts sobre l'orientalisme
El professor Edward W. Said és autor de la cèlebre obra Orientalisme, publicada l'any 1978, una referència ineludible per entendre el món actual i les arrels dels seus conflictes convulsos. A baix, una imatge per al record: Said compartia taula amb Barack i Michelle Obama.
Darrerament, per un motiu o altre, topo amb referències constants al llibre Orientalisme, del professor de la Universitat de Columbia i activista palestí Edward W. Said, desaparegut l'any 2003. No m'he pogut estar de recórrer a aquesta obra, citada amb tanta insistència, tot i que tenia un cert temor a no entendre-la prou, atès que es tracta d'un assaig d'història i no estic gaire avesada a aquesta mena de lectures. Al principi, costa un xic entrar en matèria però el text flueix de manera tan extraordinària que Said fa assequibles per al gran públic alguns dels temes més profunds i tanscendentals que afecten el món actual i que, fonamentalment, planten les seves arrels en l'era del colonialisme. Al meu entendre, aquesta és una de les màximes virtuts dels grans escriptors. Evidentment, se li podrien fer algunes crítiques i retrets però és indiscutible el rigor i la solidesa intel·lectuals amb les quals qüestiona els clixés orientals més sòlidament implantats en la mentalitat occidental, forjats a còpia d'anys per historiadors, polítics, novel·listes o mitjans de comunicació. Segons el periodista Joan Roura, aquests estereotips grotescos es troben també en la base de la recolonització de l'Orient Mitjà i els virulents conflictes que l'han assotat en les darreres dècades. També podem descobrir-los en la manera com enfoquen alguns columnistes o tertulians omnipresents les revoltes recentment ocorregudes al nord d'Àfrica. Com a possible antídot, recordo una entrevista al cineasta marroquí Nour-Eddine Lakhmari, en la qual el director exposava la necessitat d'exportar al món un imaginari propi, que contrarestés l'efecte aclaparador de la indústria nord-americana. Una de les medicines per a pal·liar aquesta rigidesa, doncs, podria ser la producció cultural elaborada a Egipte, Palestina o el Líban -malgrat totes les dificultats que sorgeixin- que tenen prou capacitat de transformació com per dissoldre els esquemes escleròtics i oferir una visió més rica i humana de la polièdrica realitat. Orientalisme és una lectura tan apassionant, implacable, contemporània i reveladora que no puc deixar de recomanar-la vivament. Vet aquí alguns fragments introductoris:
"Mi punto de vista es que el orientalismo proviene de una relación muy particular que mantuvieron Francia y Gran Bretaña con Oriente que hasta principios del siglo XIX solo se había limitado a la India y a las tierras bíblicas. Desde el comienzo del siglo XIX, y hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, Francia y Gran Bretaña dominaron Oriente y el orientalismo; desde la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha dominado Oriente y se relaciona con él del mismo modo en que Francia y Gran Bretaña lo hicieron en otra época. De esta relación, cuya dinámica es muy fructífera, incluso aunque siempre manifieste la fuerza hegemónica de Occidente (Gran Bretaña, Francia o Estados Unidos), proviene el enorme volumen de textos que yo denomino orientalistas" (pàgs. 22-23)
"Uno de los aspectos que el mundo electrónico posmoderno ha traído consigo es un reforzamiento de los estereotipos a través de los cuales se observa Oriente; la televisión, las películas y todos los recursos de los medios de comunicación han contribuido a que la información utilice moldes cada vez más estandarizados. En lo que se refiere a Oriente, la estandarización y la formación de estereotipos culturales han reforzado el mantenimiento de la demonología del "misterioso Oriente" que en el siglo XIX era dominio del mundo académico y de la imaginación. [...] No es necesario decir que, como Oriente Próximo se identifica con la política de las grandes potencias, la economía del petróleo y la dicotomía simplista que califica a Israel de libre y democrático y a los árabes de diabólicos, totalitarios y terroristas, las oportunidades de saber claramente de qué se habla cuando se habla de Oriente Próximo son muy pequeñas, lo que no deja de ser deprimente. Una de las razones que me ha empujado a escribir este libro es mi propia experiencia personal. La vida de un palestino árabe en Occidente, particularmente en Estados Unidos, es descorazonadora. Existe en este país un consenso casi unánime de que políticamente no existe y si se le permite existir es como un estorbo o como un oriental" (pàgs. 52-53)
"En tercer lugar Napoleón consideró que Egipto era un proyecto viable precisamente porque lo conocía desde un punto de vista táctico, estratégico, histórico y -no subestimemos- textual, a través de la lectura de los textos de las autoridades europeas clásicas y recientes. Todo esto indica que, para Napoleón, Egipto era un proyecto que fue adquiriendo realidad primero en su mente y después a través de sus preparativos de la conquista, gracias a unas experiencias que pertenecen más al ámbito de las ideas y de los mitos reunidos en los textos que al de la realidad empírica. Por tanto, sus planes para Egipto se convirtieron en el primero de una serie de contactos entre Europa y Oriente en los que la especialidad del orientalista se ponía directamente al servicio de la conquista colonial" (pàg. 119)
"Como jueces de Oriente, los orientalistas modernos no adoptan la posición objetiva que creen e incluso dicen adoptar. Su distanciamiento humano, cuyo máximo distintivo es una falta de solidaridad encubierta por los conocimientos profesionales, se ve acompañado del peso de todas las actitudes, las perspectivas y los humores ortodoxos del orientalismo que he descrito. Su Oriente no es Oriente tal y como es, es Oriente tal y como ha sido orientalizado. Un arco ininterrumpido de conocimiento y poder conecta a los hombres de Estado europeos u occidentales con los orientalistas occidentales y conforma el perfil del escenario que contiene a Oriente. Al final de la Primera Guerra Mundial, África y Oriente constituían para Occidente no ya un espectáculo intelectual, sino un terreno privilegiado. El ámbito del orientalismo coincidía exactamente con el del imperio y fue esta la historia del pensamiento occidental referente a Oriente. Y esta crisis todavía continúa." (pàg. 149)
"Estas actitudes orientalistas contemporáneas inundan la prensa y el espíritu popular. La imagen que se tiene de los árabes es la de camelleros, terroristas, gentes con nariz ganchuda o libertinos cuya inmerecida riqueza es una afrenta para la verdadera civilización. Se supone, siempre de manera oculta, que aunque el consumidor occidental pertenece a una minoría numérica, tiene el derecho de poseer o de gastar (o las dos cosas) la mayor parte de los recursos de la Tierra. ¿Por qué?, porque él, al contrario que el oriental, es un ser humano verdadero" (pàg. 155)
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