Pobresa, la causa de les causes
Il·lustració: Lily Padula.
Les persones que tenen la paciència de llegir habitualment aquest blog de ben segur que s'hauran adonat que una bona part dels articles que s'hi escriuen van encaminats a criticar les misèries de la psiquiatria contemporània. Trobo decebedor que els psicòlegs ens mullem tan poc quan és l'hora d'evidenciar-ne les fal·làcies i les conseqüències que implica la seva hegemonia en la vida de les persones que atenem, tant en l'àmbit públic com en el privat, les quals són infinitament més sinistres d'allò que podria semblar a primera vista, especialment d'ençà que els infants i adolescents es van situar en el punt de mira de la indústria farmacèutica. La magra oposició, alhora que minva la nostra dignitat professional, afebleix la lluita per denunciar l'impacte de les desigualtats econòmiques i les mesures que caldria tirar endavant per evitar l'aparició i agreujament de nombrosos problemes psicològics.
Al costat de la crítica, però, és imprescindible destacar els mèrits d'aquells que sí que es preocupen per impulsar tractaments efectius, que no vulneren els drets humans ni estan al servei d'interessos espuris. Un dels investigadors que s'ha expressat de manera més clara, rigorosa i contundent al respecte és el psicòleg John Read, coautor de l'imprescindible 'Modelos de locura' (Herder, 2006), una implacable revisió crítica de l'enfocament biomèdic en salut mental i de les alternatives que s'hi oposen. John Read sosté que les arrels del sofriment són òbviament complexes i diferents per a cada individu però recorda a aquells que s'entossudeixen en picar ferro fred, després de tantes dècades de recerca, que no s'ha trobat ni una sola predisposició genètica específica per a cap dels anomenats trastorns mentals. Els millors predictors, de lluny, són els esdeveniments vitals i el més potent de tots és la pobresa: no pas perquè en si mateixa provoqui psicosi, depressió o conductes suïcides sinó perquè és la predictora d'altres factors rellevants. Per aquest motiu, la pobresa ha estat descrita com la causa de les causes: explotació laboral, atur, deutes insalvables, violència sexual, dificultats per exercir de pares, etcètera.
Curiosament, aquestes bases socials sí que es troben en el sentit comú de bona part de ciutadans i de professionals -un fet que també ha estat demostrat per la recerca-, malgrat que certa psiquiatria nord-americana s'entesti en ubicar l'origen del patiment en suposades disfuncions cerebrals, tot contribuint a perpetuar el cercle d'opressió de la pobresa (pàg. 205-206):
"La psiquiatría se presenta a sí misma como una profesión útil basada en la ciencia médica. Sin embargo, los hechos comprobados de que aquellos a los que intenta ayudar pertenecen predominantemente a la clase trabajadora son respondidos por la gimnasia mental pensada para probar que los pobres en realidad no experimentan más tensión y que, si la experimentan, no tiene nada que ver con su "enfermedad mental". Esto es científica y moralmente indefendible.
Parece haber un círculo de opresión en operación, en el que la psiquiatría biológica tiene un papel crucial. Por supuesto, los pobres de cualquier sociedad están sujetos a más fuentes de tensión que los ricos. En muchas sociedades, la pobreza se extiende hasta convertirse en hambre y desamparo. Incluso aquellos que tienen lo suficiente como para comer y un sitio en el que vivir tienen una mayor probabilidad de experimentar falta de poder, aislamiento, falta de amor propio, mala salud física, etc. También tienen una probabilidad mucho mayor de padecer abandono, violencia y abusos sexuales de niños (Van der Kolk, et al. 2001), y el maltrato de menores -en contra de la actual ideología psiquiátrica- está fuertemente relacionado con el desarrollo de la psicosis en fases posteriores de la vida (v. cap. 16).
Tras haber entrado en el sistema tienen una probabilidad mayor, sin importar su comportamiento, de ser hospitalizados y etiquetados como "esquizofrénicos". Esto probablemente hará que su autoestima y motivación disminuyan y asustará y distanciará a sus seres queridos. Tendrán incluso más dificultades para encontrar trabajo, ya que los empresarios comparten los prejuicios de los etiquetadores (v.cap. 11). Tienen una probabilidad menor de llegar a comprender el origen de su angustia, ya que todo se ha dado por explicado por el hecho de que son "esquizofrénicos". Como resultado, tendrán aún menos poder para cambiar las circunstancias que han hecho que entraran en el sistema psiquiátrico en primer lugar. Y, después, están los efectos de los "tratamientos mismos" (v. caps. 8 y 9).
Ya es bastante triste que todos suframos un sistema económico que nos obliga a competir por necesidades básicas como la vivienda, el alimento, la atención sanitaria y la educación; un sistema que perpetúa la pobreza y la falta de poder en muchos para que unos pocos puedan ser ricos y poderosos. Es profundamente deprimente que, cuando los pobres, que no tienen poder, se vienen abajo por la presión, los expertos intervengan para explicar que tienen algo malo en el cerebro y para condenarlos con etiquetas, fármacos y electricidad hasta niveles más profundos de falta de poder, desesperanza y soledad. Cuando esto sucede, al individuo se le llama "esquizofrénico crónico"."
Curiosament, aquestes bases socials sí que es troben en el sentit comú de bona part de ciutadans i de professionals -un fet que també ha estat demostrat per la recerca-, malgrat que certa psiquiatria nord-americana s'entesti en ubicar l'origen del patiment en suposades disfuncions cerebrals, tot contribuint a perpetuar el cercle d'opressió de la pobresa (pàg. 205-206):
"La psiquiatría se presenta a sí misma como una profesión útil basada en la ciencia médica. Sin embargo, los hechos comprobados de que aquellos a los que intenta ayudar pertenecen predominantemente a la clase trabajadora son respondidos por la gimnasia mental pensada para probar que los pobres en realidad no experimentan más tensión y que, si la experimentan, no tiene nada que ver con su "enfermedad mental". Esto es científica y moralmente indefendible.
Parece haber un círculo de opresión en operación, en el que la psiquiatría biológica tiene un papel crucial. Por supuesto, los pobres de cualquier sociedad están sujetos a más fuentes de tensión que los ricos. En muchas sociedades, la pobreza se extiende hasta convertirse en hambre y desamparo. Incluso aquellos que tienen lo suficiente como para comer y un sitio en el que vivir tienen una mayor probabilidad de experimentar falta de poder, aislamiento, falta de amor propio, mala salud física, etc. También tienen una probabilidad mucho mayor de padecer abandono, violencia y abusos sexuales de niños (Van der Kolk, et al. 2001), y el maltrato de menores -en contra de la actual ideología psiquiátrica- está fuertemente relacionado con el desarrollo de la psicosis en fases posteriores de la vida (v. cap. 16).
Tras haber entrado en el sistema tienen una probabilidad mayor, sin importar su comportamiento, de ser hospitalizados y etiquetados como "esquizofrénicos". Esto probablemente hará que su autoestima y motivación disminuyan y asustará y distanciará a sus seres queridos. Tendrán incluso más dificultades para encontrar trabajo, ya que los empresarios comparten los prejuicios de los etiquetadores (v.cap. 11). Tienen una probabilidad menor de llegar a comprender el origen de su angustia, ya que todo se ha dado por explicado por el hecho de que son "esquizofrénicos". Como resultado, tendrán aún menos poder para cambiar las circunstancias que han hecho que entraran en el sistema psiquiátrico en primer lugar. Y, después, están los efectos de los "tratamientos mismos" (v. caps. 8 y 9).
Ya es bastante triste que todos suframos un sistema económico que nos obliga a competir por necesidades básicas como la vivienda, el alimento, la atención sanitaria y la educación; un sistema que perpetúa la pobreza y la falta de poder en muchos para que unos pocos puedan ser ricos y poderosos. Es profundamente deprimente que, cuando los pobres, que no tienen poder, se vienen abajo por la presión, los expertos intervengan para explicar que tienen algo malo en el cerebro y para condenarlos con etiquetas, fármacos y electricidad hasta niveles más profundos de falta de poder, desesperanza y soledad. Cuando esto sucede, al individuo se le llama "esquizofrénico crónico"."
Tal com recorda el doctor en sociologia i treballador social Sergi Raventós en aquest recomanable article, mesures com la Renda Bàsica Universal són cada cop més urgents per abordar el creixent nombre de problemes de salut física i mental, en el context de la crisi i l'austeritat actuals, una necessitat palmària que fins i tot es va destacar en un dels editorials del British Medical Journal. En aquest sentit, convé celebrar l'aprovació de la Renda Garantida de Ciutadania, al Parlament de Catalunya, que es va tirar endavant gràcies a l'admirable coratge i determinació dels promotors de la ILP. Considero que els psicòlegs n'hauríem de prendre exemple perquè amb la seva perseverant lluita col·lectiva han aconseguit un dels avenços més significatius en el nostre camp d'intervenció, encaminats a pal·liar l'enorme sofriment que suporta una part cada cop més àmplia de la població. Ja no s'hi val girar l'esquena a la realitat, si volem seguir mirant cap endavant. Sense implicació, no hi ha canvis importants que siguin vertaderament possibles.
Referència
- Bentall, R., Mosher, L. y Read, J. (2006). Modelos de locura. Barcelona: Herder.
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