Resposta a Carlos Martínez Viña (alertador contra la corrupció)


Imatge extreta de Google

El dimarts vaig rebre un amable correu electrònic de part del senyor Carlos Martínez Viña. Tal com consta en la fitxa del documental en el qual va participar, Corrupción: el Organismo nocivo, és inspector de cursos de formació ocupacional des del 1986, primer a la INEM i posteriorment al SOC, a Catalunya. L’any 2007 va denunciar a la Fiscalia el presumpte desviament de centenars de milions d’euros en centres de formació -en realitat la xifra ascendia a milers de milions, com ell mateix m'ha confirmat- però la causa fou arxivada, tot adduint que tan sols es tractava d’errades administratives.  En l’actualitat, segueix treballant per divulgar aquesta mena de fraus i aconseguir  prou suport social, que permeti fer pressió perquè els procediments tirin endavant. Tal com li vaig transmetre en la meva resposta personal, crec que és oportú fer alguns apunts respecte la seva interessant aportació.

En l'e-mail m’explicava que havia escrit un comentari en un article que vaig penjar primer al blog i posteriorment va  publicar el diari digital Tercera Información, en el qual col·laboro com a opinadora, i que porta per títol “Alertador, el antagonista del corrupto”. El senyor Martínez hi expressava certes discrepàncies, alhora que exposava alguns dels diàlegs que s’estableixen en l'entorn laboral, al voltant dels motius pels quals cal denunciar les trames corruptes:

“Soy Carlos, uno de los protagonistas del documental -Corrupción, el organismo nocivo-, el que sale como inspector de cursos de parados. Me parece muy acertado el artículo de Clara Esquena. Va con frases muy claras, creo que dan en la diana. Aunque disiento un poco de la cita que hace del profesor de psicología política C. Frederick Alford. De él dice, refiriéndose a los alertadores: "En sus investigaciones sí que ha detectado una cierta ingenuidad" y "Generalmente no son demasiado conscientes de las dramáticas consecuencias que tendrán que asumir en el futuro, tanto ellos como sus seres queridos." En esto no estoy de acuerdo. Ingenuidad apenas ninguna.

A menudo me lo decían mis compañeros inspectores de cursos. Hasta que un día les dije cabreado, viendo que los motivos éticos no les valían: "Yo no me juego de 6 meses a tres años de cárcel, que es lo que determina sobre delito de encubrimiento el artículo 451 del Código Penal. No me la juego por unos jefes, que si algún día salta el escándalo, nos echarán a nosotros la culpa". Ya nunca más me llamaron ingenuo. (Eso sí, desde entonces evitaron hablar conmigo).Y sobre no ser demasiado conscientes, yo al menos sí lo fui. Era consciente que asumía mi suicidio laboral. Cinco jefes me lo habían advertido. En el documental lo explico de alguna manera, cuando digo lo de "entregué los 95 informes pensando que -Dios me pille confesado-" Sobre más advertencias, también me advirtió el que es actualmente jefe de la Oficina de Empleo de Igualada, y en aquel entonces inspector de cursos como yo: "Como desobedezcas y pases los informes desfavorables al pago, te van a defenestrar". O el actual jefe de la Oficina de Empleo de Granollers (que para más inri trabaja por las tardes de psicólogo con trastornos de personalidad límite) me dijo en una ocasión: "Eres una mezcla de Robin Hood y Caperucita Roja, porque es que te va a comer el lobo". En fin. Un poco como autoterapia de todo esto, pienso que el daño psicológico que he sufrido se puede relativizar. Siempre será mucho menor que el inmenso daño que sufren miles de familias en riesgo de exclusión, afectadas por los salvajes recortes, ocasionados en gran medida por la corrupción. ¿Cuál es mi dolor frente al suyo?”

Quan parlava d’ingenuïtat en el text,  no ho feia en cap cas de manera pejorativa sinó com el revers de la moneda del cinisme i el desànim que habitualment envolten els denunciants i que tan bé s’expressa en els diàlegs que reprodueix en el comentari. No deixa de ser revelador fins a quin punt les argumentacions ètiques no són suficients per convèncer els companys que és necessari destapar la caixa dels trons. Per contra, sembla que sigui imprescindible recórrer a l’amenaça de la llei perquè els col·legues, malgrat girar-li l’esquena, prenguin en consideració el punt de vista de l’inspector.

Aquesta ingenuïtat tan menystinguda no només és lloable sinó imprescindible en tot procés civilitzador, si és que ens estimem a nosaltres mateixos com a vertaders éssers humans i no com a imitadors de les bèsties. En definitiva, si el contramón moral que es dibuixa en els contes de fades -el psicòleg que esmenta es refereix despectivament a la Caputxeta Vermella i Robin Hood-  ha perdurat al llarg dels segles és justament perquè necessitem un espai on expressar un programa d’acció alternatiu, que ens ajudi a adaptar-nos a les injustícies que ens envolten. Tal com sosté el filòsof Javier Gomá és bàsicament a través de l’exemple que es transmeten la mena de principis que ens permeten mirar el futur amb esperança. Tota l’admiració i el respecte, doncs, per les persones que creuen que és realment possible pensar en un món millor, mitjançant la iniciativa individual i col·lectiva.

Pel que fa a la consciència de les conseqüències que es poden derivar de “fer sonar el xiulet”, l'inspector deixa ben clar que ell ja n’havia estat repetidament advertit i, en aquest sentit, no va haver-hi sorpreses. No obstant això, també cal admetre que altres testimonis sí que han expressat, directa o indirectament, que no podien imaginar que les amenaces, agressions i/o coaccions arribarien tan lluny. En el meu treball al consultori, he pogut constatar l'angoixa que es deriva d'aquests "cops baixos" o "punyalades per l'esquena" que arriben d'imprevist. En qualsevol cas, al meu entendre, està clar que no es pot traçar un perfil psicològic unívoc –tal com manté el mateix Alford- i és necessari entendre sempre les denúncies en el marc de la complexitat del context concret en el qual es realitzen. Acabo dient que agraeixo sincerament l'aportació i no descarto escriure més sobre aquesta qüestió en el futur. Admeto que sóc francament ignorant en el tema, sobretot al costat de l'experiència d'aquells que han viscut de primera mà els abusos i han gosat posar-los damunt la taula. De tots ells n'aprenem i per això procurem millorar, dia a dia.


Nota: Qui vulgui fer-se una idea de la magnitud del frau dels cursos de formació i les seves nefastes conseqüències, pot mirar aquest vídeo de 16 minuts, que va elaborar el mateix alertador, Carlos Martínez Viña.




Comentaris

Carlos ha dit…

Conste que cuando escribí el comentario, me refería a conclusiones de C. Frederick Alford en sus investigaciones.

Si no hubiera leído lo de la "cierta ingenuidad" que concluye Alford sobre el alertador “whistleblower", seguramente no hubiera objetado nada.

La definición de ingenuo es:
"Se aplica a la persona que es candorosa y simple, fácil de engañar y está falta de malicia, astucia o doblez al obrar"
Sinónimos: cándido, incauto, inocente.

Otro término que se nos aplica a los alertadores es el de "quijotes"
Una psicóloga me lo solía decir: "Buenos días, señor quijote".
Un día le respondí:
Si por "quijote" entiendes "honesto", pues no sé.
Pero si la aplicas al que ve gigantes en vez de molinos, mal empezamos.
Se entiende perfectamente tu objeción, Carlos. Quizá no lo supe plasmar adecuadamente en el artículo. Alford deja claro que científicamente no se puede hablar de unos rasgos de personalidad concretos para identificar a los posibles alertadores. Cuando habla de ingenuidad hace una observación en referencia a algunas conversaciones mantenidas con ellos. Emplea el adjetivo "naive" para explicar que algunas de estas personas no han aprendido a ser cínicas y por ello se indignan ante la podredumbre que les rodea y por ello deciden tomar cartas en el asunto. Como si estuvieran más sorprendidas que los demás. A pesar de las peyorativas definiciones del diccionario, creo que en este contexto la ingenuidad tiene un sentido positivo (encontrarás la fuente que consulté en el post del blog, por si deseas contrastarlo mejor). Creo sinceramente que vuestra "quijotesca" labor es imprescindible para mantener la esperanza en un entorno poco alentador, en el que demasiada gente ya ha arrojado la toalla.
Un saludo y suerte con todo.
Carlos ha dit…
Me gustaría comentar algo sobre un párrafo del artículo -Alertador, el antagonista del corrupto-
Concretamente sobre:
“A partir del momento en que levanta la liebre, el alertador iniciará un proceso profundamente doloroso, a lo largo del cual es probable que pierda la salud, la esperanza, el trabajo y / o el círculo de amistades. En el peor de los casos, incluso la pareja o la familia pueden darles la espalda.”

Sobre la familia:
En mi caso la cosa no llegó tan lejos como que la familia me diera la espalda.
Pero todos me aconsejaban en contra de hacer lo que hice..
Menos una tía, de 95 años, me dijo: ¡Bien hecho!
Recuerdo que mi madre me aconsejaba: “Obedece. Son tus jefes. Aún te quedarás sin trabajo”
O mi esposa: “Te entiendo, pero yo jamás lo haría. Haría como los demás”
Mi hermano lo mismo.
Incluso mi hija, que tiene ahora 17 años me preguntó hace poco:
"¿Pero cómo te pudiste meter en ese lío, desobedeciendo a tus jefes, si te habían ordenado no preguntar a los profesores cuánto les pagaban? Ahora tengo edad para preguntármelo"

Sorprendido que a estas alturas me preguntara esto (pensaba que al menos ella sí lo entendía), le pedí un tiempo para reflexionar la respuesta.

Le envié el siguiente correo:

---------------------------------------------------

Hola Inés. Respondo a la pregunta de ayer.

Muchos de los que salimos en el documental a veces nos lo seguimos preguntando. ya que hemos tenido un grave dilema:
Carlos ha dit…
- Por un lado, la Ley 7/2007 del Empleado Público tipifica como falta, y no leve ni grave, sino muy grave:

"La desobediencia abierta a las órdenes o instrucciones de un superior, salvo que constituyan infracción manifiesta del ordenamiento jurídico" (artículo 95).

A mí en concreto, cinco jefes me citaron y advirtieron que si desobedecía e informaba, "incurría en desobediencia y me tendría que atener a las consecuencias"

- Pero por otro lado, la misma Ley 7/2007, en el mismo artículo 95 dice que también es falta muy grave: "La adopción de acuerdos ilegales que causen perjuicios graves al ciudadano"

Así pues ¿Qué elegir?

Respondiendo a tu pregunta Inés, te paso los motivos reales que al final me hicieron hacer lo que hice:

1- Porque entre las funciones de los inspectores recogidas en el catálogo estaba la de "informar de cualquier irregularidad que detectara en las visitas" a los cursos de parados.

2- Porque cuando cursé Medicina, en la facultad (y de Psicología) me inculcaron un principio básico: "Primum non nocere" "Ante todo no hacer daño"

También te enseñan que jamás debe abandonarse a un paciente, aún a costa de tu propio riesgo.

Colaborar en un fraude con el dinero de los parados, es perpetrar un grave daño a miles de personas. Además de un colectivo vulnerable, conduce a su mayor empobrecimiento, con efectos como la malnutrición, sobre todo la infantil, la desesperación, el estrés y la depresión. Incluso puede llevar al suicidio. De hecho yo viví un caso cuando trabajaba en una oficina de empleo.

No sé si muchos funcionarios son conscientes del daño que puede ocasionar su firma puesta indebidamente.

Pero volviendo a las leyes:

3- La Ley o Estatuto Básico del Empleado Público 7/2007 dice que "se actuará con total lealtad hacia los ciudadanos, a los que sirve"

4- Porque esta misma ley tipifica con falta muy grave:
"La adopción de acuerdos ilegales que causen perjuicios graves al ciudadano"

5- Porque esta misma ley obliga a desobedecer órdenes que impliquen delito:
"Obedecerán las instrucciones y órdenes profesionales de los superiores, salvo que constituyan una infracción manifiesta del ordenamiento jurídico. En ningún caso se obedecerán órdenes que impliquen la comisión de un delito"

6- Porque la propia Constitución en su artículo 9.3 obliga a ejercer el principio de legalidad.

7- Y por último, porque si no hubiera hecho lo que hice hubiera cometido un delito (delito de encubrimiento) y podría haber ido a la cárcel:
Artículo 451 del Código Penal:

"Será castigado con la pena de prisión de seis meses a tres años el que, con conocimiento de la comisión de un delito:

-Auxilie a los autores o cómplices para que se beneficien del producto del delito."
-Ayude a los presuntos responsables de un delito a eludir la investigación"

En fin. Son 7 motivos muy claros, que me hicieron hacer lo que hice.

Si he de elegir uno, me quedo con el segundo.

No sé Inés si esto aclara tus dudas.

Un abrazo
Hola, Carlos:

Gracias de nuevo por tu interesante aportación. Los argumentos que expones son muy esclarecedores; se entiende perfectamente la encrucijada en la que te encontrabas y la decisión que tomaste de cumplir con tu deber, priorizando el bienestar de los ciudadanos. En un correo me comentabas que comparabas los miles de millones desviados en los cursos de parados (eso sólo teniendo en cuenta una parte de la estafa) con el dinero robado en el caso "Cooperación", algunos de cuyos destinatarios tenían que haber sido los afectados del terremoto de Haití. Es un paralelismo muy acertado, aunque a priori pueda parecer exagerado, puesto que no siempre somos conscientes del tremendo drama que representa el paro en este país.

También se me ocurre que, a lo largo de la vida, muchas veces no comprendemos las decisiones éticas que toman nuestros seres queridos, por las duras consecuencias que conllevan. Con el paso de los años, no obstante, nos damos cuenta hasta qué punto ese ejemplo fue importante y decisivo para nosotros. Y entonces pensamos "cuánta razón tenía...", aunque en su debido momento no lo supiéramos apreciar. Creo que este es el tipo de legado que no se compra ni se vende. Tiene un valor humano incalculable.

Un abrazo para ti y tu familia, Carlos.

Y gracias por la decisión que tomaste.

Carlos ha dit…
Un poco para confirmar mi anterior comentario, en concreto sobre el párrafo:

"Viendo que los motivos éticos no les valían, les dije (a mis compañeros, los técnicos de formación):

"Yo no me juego de 6 meses a tres años de cárcel, que es lo que determina sobre delito de encubrimiento el artículo 451 del Código Penal. No me la juego por unos jefes, que si algún día salta el escándalo, nos echarán a nosotros la culpa"

Pues para confirmar un poco esto, os paso la siguiente noticia sobre el gigantesco fraude en la formación en España. A destacar:

"Ocho de los once técnicos de la provincia han tenido que prestar declaración ante la Policía, en interrogatorios "muy duros", y tres han sido imputados, pese a, según ellos, no tener ninguna capacidad ejecutiva"

http://www.diariodecadiz.es/article/provincia/2165633/paron/la/formacion/dejo/alumnos/sin/cursos.html
Gracias por el enlace, Carlos. Aquí lo interesante sería tirar del hilo y llegar hasta el final. Muchos ciudadanos nos preguntamos por el destino del dinero desviado y si alguien, algún día, lo piensa devolver...
Anònim ha dit…
Hay alguna manera de contactar con Carlos?

Estoy interesado en hablar con el. Soy Marcos, el chico de Escocia. El ya sabe quien soy. Perdi su contacto.

Saludos.

Si pinchas los enlaces del post encontrarás contactos. Si mandas un email y te identificas con nombre y apellidos supongo que te facilitarán un correo para que te puedas poner en contacto con él

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